¿Y ahora?


- ¡Caramba! – dijo el príncipe emocionado oyendo su voz por primera vez.

Descubrió sus manos con pulgares y se llevó las manos a la cara. Se tanteó la nariz y buscó con los ojos por la habitación hasta que encontró un espejo de cuerpo completo, se miró de arriba a abajo. Estaba desnudo. Se dedicó con detalle a descubrir su nuevo cuerpo y con los dedos empezó a tantearse lo pies, perdió el balance y cayó duramente sobre su trasero. Rió con dolor, no estaba acostumbrado a pesar tanto.

- Ahora tengo piernas – pensó mientras pataleaba en suelo riendo como un niño. Durante su recorrido encontró muchas sensaciones nuevas, se tocó por donde pudo, hasta donde llegaban sus brazos, sus ansiosos dedillos se metieron en casi todos sus agujeros corporales, y encontró puntos en su cuerpo que le hacían sentir cosquillas o dolor, las dos cosas las disfrutó por igual, llegó de nuevo a su cabeza y encontró algo nuevo que no podía tocar, su mente. Podía ahora pensar con mucha más claridad, su cerebro parecía haberse abierto como una flor de loto y las posibilidades eran infinitas. Había pasado de una serie de pensamientos monocromáticos a un caleidoscopio de ideas.

Olores, sonidos, colores, todo era nuevo, todo estaba exagerado mil veces. Miró nuevamente su cuerpo que ahora era una versión musculosa y descolorida de su antiguo ser. Está bien, era más grande y fuerte, pero su piel ya no era brillante y lustrosa, además sentía mucho calor.
Buscó nuevamente con avidez su imagen en el espejo y vio a alguien más reflejado. ¿Cómo había podido olvidarse de ella?. Por meses y meses había sido su mascota fiel, su compañero en secretos y había llegado a amarla, al parecer era recíproco por eso aquél día ella se había atrevido a plantarle un beso en su fría bocaza.

La princesa estaba en el suelo, parecía haberse tropezado con un mueble en su sorpresa y estaba todavía ahí tirada junto al taburete volcado, con los ojos desencajados de terror. El príncipe trató de tocarla pero ella de un salto huyó hacia la puerta y se detuvo ahí, con la perilla en la mano. De pronto su expresión se transformó de una expresión de sorpresa y terror a una verdadera mueca de indignación y asco. Lo miró de arriba abajo y habló, pero su voz ya no era dulce sino un chirrido como de goznes sin engrasar.

- ¡Te prefería como sapo! – y con eso salió dando un portazo.

El príncipe se miró nuevamente pero esta vez de una manera muy diferente, y descubrió en ese momento que tenía algo nuevo que lo hacía más humano aún que los pulgares y el cerebro pensante...




(imágen tomada de: http://bliss-chan.deviantart.com/art/Frog-Prince-Lineart-43593434 )

1 Response to "¿Y ahora?"

  1. Alexánder Obando Says:

    Me gusta mucho tu apuesta por generar nuevos significados a partir de temas y tradiciones ya dadas. Con el de Romeo y Julieta saliste bien de un trama potencialmente gastada, pero en este otro, a pesar de la riqueza de expresión y sensorialidad en el momento en que el sapo se descubre hombre, la frase final da al traste con el esfuerzo. ¿Problema?: es una frase cliché que no te enriquece la historia. (Es predecible).

    Lamentablemente no se me ocurre una opción, pero estoy seguro de que vos encontrarás una y salvarás este texto, por demás, muy bien ejecutado.

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